Introducción al miedo.
El miedo es una emoción natural, inherente al ser humano, imposible de no sentir salvo muy extrañas excepciones o ante algunas patologías, con la cual experimentamos una sensación de inseguridad, pánico, angustia ,ansiedad, temor, e incluso indecisión ante el entorno, objetos, personas, o ante nosotros mismos.
Podríamos decir antes que nada que el miedo es doloroso, pero necesario. Nos protege de las amenazas hacia nuestra propia vida y seguridad, y nos alerta ante riesgos y situaciones nocivas o potencialmente perjudiciales.
Como en tantos otros aspectos, la intimidad del miedo y sus diferentes desequilibrios constituyen el punto de partida de hasta dónde es positivo sentir miedo y en qué momento comienza a ser negativo o en todo caso incómodo o intolerable.
La ausencia de miedo a su vez, puede generar falta de lucidez a la hora de evaluar situaciones y puede llevarnos a atropellos, desajustes emocionales y riesgos tangibles en la vida cotidiana.
Probablemente el miedo a la muerte sea el más común de los miedos y a su vez el más entendible e inteligente. Pero no es el único. El miedo al fracaso, el miedo a enfermedades propias o de familiares directos, el miedo a la pérdida también, por decirlo de alguna manera, no están solos...y si no, atendamos lo que nos ha legado entre tantas otras cosas la española María Moliner (1900-1984).
Ablutofobia- miedo a lavarse o bañarse en agua.
Acrofobia- miedo o pánico a las alturas.
Agateofobia- miedo a la locura.
Agorafobia- miedo a los espacios abiertos.
Aicmofobia- miedo a las agujas.
Ailurofobia- miedo a los gatos.
Atazagorafobia- miedo al olvido.
Bibliofobia- miedo a los libros.
Bromidrosifobia- miedo al olor corporal.
Claustrofobia- miedo a los espacios cerrados.
Cainolofobia- miedo a la novedad.
Caliginefobia- miedo a las mujeres hermosas.
Dendrofobia- miedo a los árboles.
Dinofobia- miedo al vértigo.
Ergofobia- miedo a ir a trabajar.
Eritrofobia- miedo a ruborizarse.
Falacrofobia- miedo a la calvicie.
Filofobia- miedo al amor.
Fobia social- miedo a ser juzgado socialmente.
Fotofobia- miedo a la luz.
Glosofobia- miedo a hablar en público.
Hematofobia- miedo a la sangre y las heridas.
Ictiofobia- miedo a los peces.
Isopterofobia- miedo a las termitas.
Lacanofobia- miedo a las verduras.
Linonofobia- miedo a las cuerdas.
Metrofobia- miedo a la poesía.
Microfobia- miedo a las setas.
Musofobia- miedo a los ratones.
Neofobia- miedo a lo nuevo.
Oenofobia- miedo al vino.
Olfactofobia- miedo a los olores.
Pediofobia- miedo a las muñecas.
Peniafobia- miedo a la pobreza.
Psicrofobia- miedo al frío.
Quetofobia- miedo al pelo.
Ritiofobia- miedo a las arrugas.
Rupofobia- miedo a la suciedad.
Selacofobia- miedo a los tiburones.
Selenofobia-miedo a la luna.
Tafiofobia- miedo a ser enterrado vivo.
Teofobia- miedo a los dioses y la religión.
Verminofobia- miedo a los gérmenes.
Xilofobia- miedo a los objetos de madera.
María Moliner, España.
Probablemente hayan más, y quizá algunos nuevos, Pero de todas maneras esta descripción nos sitúa en las diversas manifestaciones y ramificaciones del miedo.
Nuestros miedos son complejos, variados e imperfectos, como nosotros.
El miedo en las empresas.
Las empresas no tienen miedo, las personas que las componen, si.
Sea cual sea el lugar del componente de la empresa, este será un individuo con sentimientos y vida emocional activa en todo momento.
Las personas pueden disociar sentimientos, pero no pueden dividirse a si mismas.
Que la participación de las emociones sea positiva o negativa en la vida empresarial es algo totalmente subjetivo y depende del rubro, de los objetivos y de las características que tenga cada una de ellas.
Hay empresas que otorgan a la afectividad un factor muy importante por ejemplo vinculado a la atención al cliente, y se sugiere o se ordena que cada acto comercial por así decirlo, esté involucrado de afectos, por lo general, cálidos y amables, para que el cliente se sienta contenido , satisfecho y regrese.
Otras por el contrario minimizan este aspecto y promueven actos mecánicos y automáticos, mucho más despersonalizados, en donde puede haber escasa o casi nula afectividad puesta en juego en cada acto comercial.
Desde la cúpula directiva suelen y deben bajar los lineamientos filosóficos de la organización, y cuando esto no ocurre, dependiendo de la dimensión de la empresa, surgirá la necesidad más temprano o más tarde de estructurarlo o modificarlo.
Esta óptica, esta posición por supuesto puede ir variando con el tiempo. Las empresas cambian, se modifican, tratan de adaptarse al entorno para subsistir y crecer, y para ello insertan planificaciones y estrategias para lograrlo, a tal punto que cuando no lo hacen, están en problemas, propios o generados también por la competencia.
Si se pudiera hablar de afectividad en una empresa, tendríamos que observar y analizar hasta qué punto este ítem está concebido por quienes la dirigen, hasta que punto son consientes de su influencia, y de que manera ellos mismos están involucrados e identificados con dichos afectos.
Hoy en día se habla mucho de Misión, Visión y Valores de una empresa. Esta ecuación que define un perfil nos permite acercarnos a la imagen y la realidad que la organización tiene de si misma, qué tarea desarrolla, cómo quiere desarrollarla y en cuanto tiempo se propone hacerlo.
En el rubro valores muchas veces encontramos al menos la intención de deseo del tipo de comportamiento afectivo que se pretende de parte de los componentes de la empresa y también de cómo se pretende el tipo de vínculo con el cliente.
Es una manera de formatear al menos en teoría, el tipo de vínculo que se quiere crear, y de la imagen que se quiere dar, tanto para lo que se llama cliente interno (componentes de la propia empresa) como el cliente externo.(cliente clásico).
Las empresas que no utilizan esta ecuación nominal no significa que no tengan misión, visión y valores, seguramente los tengan aunque no explicitados.
Hoy en día las normas de excelencia, por ejemplo (Iso/9002) exigen esta caracterización. Facilita la evaluación de las mismas por parte de organismos internacionales y obviamente facilitan la lectura que hacen los clientes y no clientes sobre las mismas.
Sería muy extraño en este sentido ver incluido en la lista de valores, los miedos en las empresas. Si bien son importantes y forman parte de los sentimientos cotidianos, tienden a reprimirse, ocultarse, esconderse.
A nivel estratégico los miedos se centran en el análisis de las posibilidades de que determinada idea o planificación tenga éxito o no, y hasta qué punto. Significa que el miedo en este caso sufre lo que psicológicamente se denomina desplazamiento. El temor se puede volver estrategia, el miedo se puede tornar propuesta de cambio, dependiendo el caso.
Una persona con muchos miedos ¿puede afectar a su empresa?
La respuesta sin dudas es SI, y podemos agregar que la significancia de esta influencia está dada por el lugar y la función que ocupe dicha persona en la misma.
LA CULPA
Entrevistados más de 100 empresarios latinoamericanos acerca de sus miedos relacionados con sus empresas, la gran mayoría resalto el miedo a que su empresa quiebre o le suceda algo imprevisto.
En segundo lugar, siguiendo el miedo relacionado a lo empresarial, las consecuencias sociales que trae aparejado el inmediato desempleo eventual de sus trabajadores, y como consecuencia domino, el daño directo a sus familias.
La culpa aparece entonces como una emoción o un sentimiento subyacente y amenazante en los líderes empresariales en tanto pueden llegar a ser generadores de daños materiales y humanos de muy diversa índole.
Sin ir más lejos cuando un trabajador pierde su empleo, no solo deja por lo general de percibir los ingresos con todas las consecuencias materiales y logísticas que esto conlleva, sino también ,comienza a sufrir daños psicológicos inconmensurables asociados directa e indirectamente con la autoestima y la identidad, sumados a los daños vinculares y familiares.
La culpa suele ser inconsciente y actúa muchas veces como mecanismo de defensa por lo general antes de tomar decisiones. Colabora con el sentido de la precaución, por lo que podríamos decir es aliada del miedo.
Cuando el miedo y la culpa son operativos tiene una tonalidad positiva en el mundo empresarial, ya que son los cimientos del sentimiento de responsabilidad que le cabe a todo líder, propietario, director.
AUDACIA
Tomar decisiones que involucran a los demás conjuga miedo, responsabilidad, culpa, pero también, audacia, adrenalina, deseos.
Sin deseo no hay culpa, pero sin culpa no hay responsabilidad. Aquí el desafío permanente.
O sea, podemos decir que la audacia, la ambición, el deseo de crecer, es el motor que pone en marcha el interjuego del deseo y el miedo, del freno y de la aceleración.
Concebir a nivel empresarial a la audacia como un valor crudo sería muy peligroso, por no decir suicida.
A la audacia debe sobrevenir de inmediato el acto analítico e inteligente.
Se debe evaluar, se debe medir, se debe planificar.
Es cierto que muchas veces suceden éxitos mucho mas emparentados con la originalidad de una idea, o con la intuición de una necesidad insatisfecha, pero la enorme mayoría de las veces, los éxitos son consecuencia y no origen de un camino.
Con esto queremos significar que el miedo no se combate con audacia, en todo caso se planifica una estrategia para minimizarlo.
Es muy difícil descubrir éxitos empresariales que no hayan vencido momentos de miedo, de frustración, de perdida, de transformación.
El éxito lineal no existe, podemos inferir que tiene forma de espiral, en donde generalmente a un avance y a un estancamiento sobreviene un fracaso y tal vez una involución, para posteriormente comenzar de nuevo un movimiento ascendente y así de forma sucesiva.
Una espiral nos muestra como dos puntos al igual que el éxito, pueden unirse mas no en línea recta.
El segundo miedo más común en las personas es el temor de que algún ser querido sufra de algo grave como por ejemplo una enfermedad.
Los empresarios no escapan por supuesto a este ítem y reafirman que su responsabilidad pasa a ser doble a nivel inconsciente, ya que la culpa ya no solo es a nivel familiar sino que se proyecta en terceros con dimensiones profundas, subjetivas y variables.
Preferimos pensar en aquellos que desarrollan esta actitud ya que las pequeñas y medianas empresas son la mayoría. Hablar de sensibilidad en grandes empresas y multinacionales, implica ya hablar de políticas macro de cultura organizacional más que de actitudes personales.
RESILIENCIA O TOLERANCIA A LAS FRUSTRACIONES
Cuando comenzamos a recorrer los caminos que nos hemos propuesto no siempre todo sale bien. Surgen inconvenientes, contratiempos, problemas, desafíos, imprevistos, o incluso todo puede derrumbarse.
La capacidad que las personas tienen para encarar estas situaciones es fundamental para lograr el éxito. Teniendo en cuenta que el éxito no es lineal, sabiendo que la espiral será el destino de nuestras acciones, bastante ayudará leer de antemano que el camino será sinuoso y desobediente. Puede tenerse el espíritu más positivo del universo, el enfoque más optimista, la visión más alentadora, que siempre o casi siempre aparecerá algo para desafiarnos.
La competencia, en el mundo empresarial, es un hermoso ejemplo, y en el deporte, también.
Podemos tener la mejor estrategia, los mejores jugadores, el mejor material, el mejor asesoramiento, pero…el rival juega.
También en las empresas el rival a veces es uno mismo. Las propias empresas a veces se ponen sus propias limitaciones, cometen sus propios errores, se boicotean.
Resulta muy interesante el enfoque macro de muchas empresas, sobre todo medianas o grandes, en donde muchas veces el cliente por ejemplo no puede percibir la situación comercial de la misma en términos de pérdidas y ganancias. Poseen una estructura de una solidez tal que los sectores visibles por así decirlo, no se ven afectados por esa realidad, al menos a nivel manifiesto. Ni la atención, al cliente ni los propios empleados están al tanto o son afectados por la situación de la empresa.
La estrategia, la comunicación, la concentración permanente en los objetivos, son elementos comunes en los dos ámbitos para no perder puntos, o no perder pisada.
Cuando nos encontramos con miedos significativos estos deben tratarse con profesionales o coachs especializados, tanto de forma individual o mejor aun la mayoría de las veces, en equipo.
Los lideres o jefes que no se sientan aptos para procesar sus propios miedos y manejar adecuadamente los de sus dirigidos, deben aprender diversas técnicas para que estos no interfieran con el desenvolvimiento de la empresa, para de esta manera trabajar y convivir en un clima lo más armónico posible.